Capítulo 35
Capítulo 35
Capítulo35
Rodrigo con ojos seductores y juguetones, – Esta noche vendré a recogerte. Vamos a cenar. ¿Qué te gustaría comer? Ire a hacer la reserva.
– Tengo novio, Rodrigo.- dijo Clara, con cejas fruncidas, su tono dejaba traslucir impaciencia.
– No me importaba si tentas un exmarido, y mucho menos me importa si tienes un novio.
Rodrigo siempre ha sido desvergonzado en asuntos sentimentales. Solo considera si le gusta o no, nunca se preocupa por si sus acciones violan las normas sociales y la moralidad.
-Si miedo, entonces lo haremos en secreto. Vamos a mi villa privada, es discreta. Mi chef tiene el nivel de tres estrellas Michelin, les pediré que preparen todo con anticipación.
Clara frunció el ceño y pensó por qué el café aún no
Llegaba el café para que Rodrigo se despejara y despertara.
En ese momento, sonó el móvil de Rodrigo.
Él lo miró y se sorprendió al ver que era Alejandro.
– Perdona, tengo que contestar una llamada. Lo siento, no puedo acompañarte.
-¡No tienes vergüenza! ¿Quién necesita tu compañía?
Rodrigo se fue temporalmente y el café también llegó.
Antes de que Clara pudiera tomar un sorbo, la acompañante de Rodrigo se acercó orgullosamente.Text © by N0ve/lDrama.Org.
Ella no pudo escuchar claramente la conversación entre ellos, pero sabía que esta mujer era la empleada a la que Rodrigo había preguntado recientemente al supervisor del restaurante.
Una simple trabajadora, de baja clase, atreviéndose a seducir al rico heredero que ella misma atrajo. ¡Es necesario enseñarle una lección!
–
– Oye, te advierto que no te metas con Rodrigo. Si quieres seguir trabajando aquí, ten cuidado. – dijo la acompañante mientras clavaba una mirada feroz en Clara, sus ojos brillaban intensamente.
Clara frunció sus delicadas cejas mientras agitaba suavemente su mano frente a su nariz. El olor fuerte y penetrante del perfume le estaba causando dolor de cabeza.
A ver si el sentido del olfato de Rodrigo seguía intacto.
-¿Y si hago lo contrario a lo que dijiste? ¿Qué puedes hacerme?– Clara abrió los labios ligeramente, sin siquiera levantar los párpados.
-Entonces, presentaré una queja en tu contra y te haré perder tu empleo.
-¿¿Quejarme? ¿La razon seria que Rodrigo hablo conmigo y eso te molesto?
-¡Tú!– la acompañante se enfadó tanto que su cara se puso roja y su cuello se tenso.
-Entonces, adelante, presenta tu queja. Puedes dirigirla directamente al Gerente General, el. Pero la única respuesta que recibirás será una simple frase: Tu cerebro ha sido golpeado por un burro.
-¡Puta!
La acompañante, furiosa, extendió la mano para agarrar la taza de café de la mesa, con la intención de enseñarle una lección a esa mujer tan hermosa que despertaba su envidia.
Pero, en el momento siguiente.
-Ah
Clara, con una velocidad impresionante, se adelantó y agarró la taza de café, arrojando todo su
contenido directamente en la cara de la acompañante.
La acompañante tenía el maquillaje arruinado, su recién comprado vestido de diseñador estaba manchado, y sus labios temblaban sin cesar, incapaz de contener las lágrimas.
Clara tomó una servilleta y limpió con calma una gota de café que salpicó el dorso de su mano, mientras sus labios rojos se curvaban en una sonrisa suave como una amapola.
– Entre tú y yo, seguramente alguna saldrá herida, y si es así, sin duda serás tú.
En el pasillo, Rodrigo contestó el teléfono.
– Dime, Alex.
Pasado mañana es el cumpleaños de Isabella. Esta noche ven conmigo a comprar un regalo, no
sé cómo elegirlo.–Alejandro directamente.
– ¡Ay, mi madre te considera como su hijo! Incluso si le regalas una hierba de perro, la colocaría
en un jarrón antiguo y la exhibiría. ¡Compra cualquier cosa!-Rodrigo despreocupadamente.
–
No, vamos juntos esta noche a elegir algo.
– Esta noche no puedo, pero mañana sí, tengo una cita esta noche.
– i!
– He dicho que quiero cenar con ella, ¿cómo puedo dejarla plantada? Eso no es un comportamiento
caballeroso.
Rodrigo se pasó la lengua por los labios y reflexionó por un momento. Pensó que, aunque no fuera un hombre honorable, definitivamente no era una persona que traicionara a su hermano a sus
Si iba a traicionar, lo haría abiertamente. Así que carraspeo y dijo seriamente: No te lo voy a ocultar más, la persona con la que voy a tener una cita es tu ex esposa.
De repente, el teléfono quedó en un silencio sepulcral.
-¿Hola?– Rodrigo miró la pantalla y se aseguró de que no se había desconectado.
Después de un rato, una voz profunda y fría como un disparo llegó desde el otro lado:
-¿Irene está contigo ahora?